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Juan Antonio Peón

Costes ocultos de la energía

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Juan Antonio Peón, Director Técnico de Instaladores 2.0

Al leer el artículo de Tomás Díaz sobre los costes ocultos de la energía nuclear me ha pasado como cuando haces una compra de un billete de avión por internet buscando el mejor precio y poco antes de finalizar la compra te encuentras con que te suman algún canon, alguna tasa oculta o alguna comisión por gestión que sube el precio sin saberlo, y al final te quedas sin poder comparar de verdad el precio con otros proveedores.

En el artículo se explican los costes ocultos que tiene el sistema y que son soportados por Enresa, la empresa pública encargada de gestionar los residuos de los materiales. Desde 2010 han sufrido un incremento de más de 6.000 millones de euros y, actualmente, superan ya los 20.000 millones de euros. Es complicado explicar que con los tipos de interés bajos, el coste del fondo que financia los costes de la gestión de los residuos nucleares acaben elevando lo que nos cuesta a los consumidores.

Entiendo que es difícil comprender algunas cifras, puesto que en la gran mayoría de los casos se habla de momentos en los que muchos no estaremos sobre la faz de la tierra, así el Plan de Gestión de Residuos Radioactivos en 2006 preveía que el coste entre 1985 y 2070 fuera de 13.000 millones de euros, y ya en 2016 elevó la cifra hasta los 18.500 millones. Fuentes de las operadoras de centrales nucleares sitúan la cifra por encima de los 20.000 millones, y establecen un déficit de más de 3.000 millones del Fondo de Gestión de Residuos Radioactivos.

Gran cantidad del dinero lo estamos desperdiciando por pagarle a nuestros vecinos franceses por almacenar residuos de Vandellós, en otros casos por la necesidad de crear almacenes temporales individualizados en las propias centrales nucleares. En ocasiones casos la lucha entre los dos bandos impide que alcancen acuerdos para solventar la situación. Por cierto, el Almacén Temporal Centralizado (ATC) es eso, temporal, por lo que no es la solución a largo plazo y en 60-70 años habrá que pensar en otro plan alternativo que tendrá costes adicionales.

Mientras nos asustan con lo cara que es la transición a las energías verdes, el déficit del sistema de gestión de los residuos radioactivos, los costes desproporcionados que se van acumulando y el plazo durante el que afectarán a los habitantes del planeta no se introducen en la ecuación, cuando se comparan con las energías limpias y renovables en el país con mayor insolación de toda la Unión Europea, el país del “impuesto al sol”. Sigamos debatiendo en los bares, pero no olvidemos que cada día que continuamos haciéndolo y discutiendo si las energías renovables son o no la solución, seguimos utilizando combustible nuclear que tardará siglos en neutralizarse y gastamos más de 100.000 euros al día sólo en pagar a Francia por albergar los residuos de Vandellós II.