El 26 % de los puntos de carga públicos para vehículos eléctricos no están operativos, según Anfac, Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones. Esto significa que, además de los 25.180 cargadores registrados de uso público en España, hay 8.869 inactivos. Los obstáculos pueden ser varios, entre ellos el abastecimiento energético cuando son estaciones de gran tamaño y de corriente continua (CC), es decir, de carga rápida.

 

El despegue del mercado de vehículos eléctricos tiene que ser acompañado por el despliegue de la infraestructura de recarga. En otros países europeos se instalan muchos cargadores en espacios donde los usuarios aparcan su vehículo durante varias horas, desde dos a cuatro, mientras en España el número de puntos de carga por parking todavía es bajo. Esta es una solución para ofrecer un buen servicio a los usuarios, porque en los entornos urbanos no se requiere una carga tan rápida, como ocurre en las vías interurbanas. El reto reside también en que, si por cada dos cargadores en corriente alterna que ahora se instalan, en breve la cifra se multiplicará por diez, la energía no puede multiplicarse de la misma forma al ser un recurso limitado. Con esa situación, el funcionamiento de los sistemas de carga convencionales pronto puede ser un obstáculo si no aprovecha toda la energía disponible, ya que incrementar el abastecimiento no es una solución eficaz. Urge, entonces, emplear sistemas inteligentes que optimicen este recurso.

 

Las soluciones de carga inteligentes permiten aprovechar hasta el 100 % de la energía contratada

El sistema convencional para distribuir energía a los cargadores y los coches utiliza, de forma simplificada, configuraciones locales, estáticas y cableadas, y su principal recurso para adaptar la distribución de la energía es subir y bajar la potencia eléctrica entre coches. No pueden, además, redistribuir la carga entre las fases del sistema de manera dinámica y en sesiones de carga activas. En el peor de los casos, esto puede provocar que no se aproveche hasta un 50 % de la energía, lo cual puede provocar una carga más lenta o, incluso, que los vehículos estacionados durante varias horas en un aparcamiento reciban poca carga o, directamente, ninguna.

Para solventar esa ineficiencia, se puede optar por dos soluciones ineficaces. Una es instalar más cargadores, lo que conlleva un gasto adicional. La otra es contratar más potencia, lo que supone aumentar el gasto de la factura de la luz, e incluso puede resultar imposible dado que las energéticas tienen un límite de abastecimiento.

Como alternativa al sistema convencional, el modelo de carga automática e inteligente realiza una distribución democrática de hasta el 100 % de la energía disponible, lo que disminuye radicalmente la necesidad de tener que contratar más energía. Este sistema de vanguardia busca por sí mismo una combinación óptima del uso de la energía, maximizando la carga y creando una distribución uniforme entre los coches eléctricos. De esta manera, más vehículos reciben carga al mismo tiempo, se reduce el desaprovechamiento de la energía y se puede rentabilizar mejor la potencia contratada.

Un kilovatio hora no usado es un kilovatio hora perdido. Por eso, la instalación tiene que estar preparada para ajustarse a las necesidades de cada vehículo, con independencia de si necesita una carga monofásica o trifásica. En este sentido, el sistema inteligente es capaz de balancear y redistribuir la energía entre fases de forma automática, continua y multidimensional para que reciban carga el máximo número de coches conectados a la vez. Evitar el desaprovechamiento eléctrico debe ser una prioridad para los responsables de los aparcamientos de cara a ofrecer un servicio eficaz y adecuado a los usuarios, el cual fomente la transición efectiva al vehículo de cero emisiones.

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