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La designación de Teresa Ribera como vicepresidenta de la UE y los nuevos retos y equilibrios que comporta

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El nombramiento este pasado martes de Teresa Ribera como vicepresidenta primera de la nueva Comisión Europea y responsable de Competencia y Transición Limpia obligará al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a buscar un reemplazo al frente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico o a una crisis de gobierno más profunda. A la vez forma parte de los nuevos retos y equilibrios en el seno de la propia Comisión Europea.

 

La que ha sido la máxima responsable de la política energética del Gobierno desde 2018 y una de las pocas ministras que permanecían en el Ejecutivo desde ese primer gobierno de Sánchez, afronta ahora el mayor reto de su trayectoria profesional y se convierte en la mayor autoridad en transición ecológica, con un peso significativo en lo que se refiere a la política industrial que debe encarar Europa en los próximos años. Además asume también el cargo de comisaria de Competencia, que es uno de los más codiciados dentro de la Comisión Europea. Desde ella tendrá un peso decisivo en todo lo relativo a posibles fusiones y adquisiciones de empresas y también a las inyecciones de ayudas de Estado.

Esta previsto que la Comisión recién elegida y de nuevo presidida por Úrsula von der Leyen se oriente especialmente en potenciar la reactivación de la dañada economía europea, en un contexto enmarcado por la transición energética, que se debe compaginar con la justicia social o la competitividad, factores todos ellos en los que Ribera tendrá un importante peso específico. Ahí, el reparto de pesos políticos que ha llevado a cabo von der Leyen ha servido para equilibrar el peso de los otros tres países con más peso en la UE, por detrás de Alemania, que son Francia, Italia y España, que asumen cada una de las tres vicepresidencias con fuerte implicación en la economía y lo hacen además con orientaciones políticas diferentes en cada caso. Por lo tanto, se prevé que ese equilibrio, necesario para lograr la aprobación de los gobiernos de los países miembro, sufra las tensiones propias de ese juego de poder, en un escenario que tendrá mucha influencia también luego en cada país.

A nivel nacional, la decisión de Sánchez para reemplazar a Ribera implicará también conocer si su voluntad reside más en ofrecer un apoyo continuista a la labor realizada en estos años en Transición Ecológica, si también pretende equilibrar contrapesos en un momento en el que está más necesitado de apoyos que nunca o si, por el contrario, su intención reside más en fortalecer el papel político del Gobierno, en un escenario en el que la refriega continua no decae.

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